martes, 2 de junio de 2009

Sesudos Estudios de Investigación

Mi mujer se dedica a la investigación. Es de esas personas que intentan salvar el mundo investigando enfermedades, inhibidores del efecto de las drogas, nuevos medicamentos, etc. Lo hace desde los laboratorios de la Complutense, donde varios departamentos trabajan conjuntamente, muchas veces bajo contrato con empresas privadas. Tiene una cierta fama en su mundillo, y ha tenido alguna oferta para jugar en las grandes ligas. Pero a ella le gusta vivir aquí, así que intenta seguir investigando con los medios disponibles.
La observo mientras busca financiación para los proyectos que tienen entre manos. Aparte de los contratos con los laboratorios privados, la acompaño a fiestas benéficas para recaudar fondos (ir de fiestas es un trabajo sucio, pero alguien tiene que hacerlo), y la veo bucear entre los miles de ofertas de subvenciones y ayudas que ofrecen ministerios, comunidades autónomas y fundaciones. Miles de ofertas en número, que no en dinero. Y la veo sufrir, porque últimamente muchas de estas ayudas se están dirigiendo a estudios estadísticos o epidemiológicos.
Mi mujer me explicó el por qué. Si se encarga una encuesta, hay resultados seguros. Al final habrá un informe que se podrá publicar y circular un resumen a los medios de comunicación. Si eliges bien el titular, por ejemplo “Más del 50% por ciento de los jóvenes quieren probar un porro”, seguro que alguno lo publica, y ya tienes la justificación al gasto. Pero si destinas la ayuda a un experimento, puede pasar que no de resultados positivos y entonces no se pueda publicar, porque parecería que han tirado el dinero. En resumen, que muchas “ayudas a la investigación” se usan para conseguir notas de sociedad a mayor gloria de los donantes, no a investigar.
Veamos varios ejemplos:
La Fundación de Cajas de Ahorros ha presentado el estudio “Educación y familia: los padres ante la educación general de sus hijos en España”. 820 encuestas dirigidas por catedráticos de la Universidad Complutense y un doctorando de la Universidad de Berkeley. En este estudio se llega a la conclusión de que en los hogares donde los padres prestan más atención a los estudios de sus hijos es donde se consiguen las mejores calificaciones escolares. Gracias por la pista, no había caído en que si me preocupo de que mis hijos hagan los deberes, estos los van a hacer.
Otro estudio, este presentado conjuntamente por las dos unidades de conductas adictivas en adolescentes que hay en Cataluña, sitas en el hospital Clínico y en Sant Joan de Déu, detalla que “aumenta el número de adolescentes enganchados a juegos de rol por Internet”. A esta conclusión llegan porque desde 2005, fecha en que abrieron las unidades, han pasado por sus consultas 15 chicos con el siguiente perfil: “varón de entre 14 y 16 años, con una patología asociada, que dedica más de seis horas al día a jugar, siempre de noche”. 15 chicos en 3 años. ¡Activad todas las alarmas!. Porque chicos raritos de 14 a 16 años si que había en mi época adolescente, pero por supuesto no jugaban al World of Warcraft.
De todas formas, no todo es negativo. He visto la oportunidad de dedicarme a la investigación y tener una línea de ingresos. Con mi fina astucia no me resultará difícil realizar estudios sociológicos donde pueda demostrar muchas cosas, como por ejemplo que un alto porcentaje de los chicos de 14 a 16 años se la pelan como los monos por culpa de la sexualidad explícita en los videojuegos, que los obreros miran los culos de las chicas con más ahínco desde que estuvo la famosa portada de Vanity Fair en el mobiliario urbano de doña Espe, o que las mujeres son más propensas a comprar ropa en rebajas desde que empezó la crisis. Se abre un mundo de posibilidades ante mí. En realidad, a quién le importa que no haya dinero para acabar la investigación sobre una sustancia que elimina los efectos de un chute de heroína.

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