Publicidad Online Vs offline

Como algunos ya sabéis, trabajo en una compañía que se dedica a comercializar espacios publicitarios en medios de comunicación, principalmente en papel e internet. El otro día, tomando una caña con un amigo al que  le iban a poner de patitas en la calle de su casa, porque del curro ya le han echado, se me ocurrió que pasaría si preparara una campaña de publicidad para reintegrarle en el difícil juego del ligue. Cómo planificaría la campaña a nivel local para posicionarle de nuevo en el mercado sexual de mi pueblo. Y esto es a lo que llegué.

Lo primero, definir el target: mujeres realmente desesperadas entre los 30 y los 55 que reconocen que les gusta el sexo y que suelen beber más de 2 copas cuando salen. Selección de medios: Para programas del corazón en Tele 5 no me llega, así que usaré revistas de cotilleo y dominicales, webs femeninas, de contactos, de cine de terror y redes sociales, sobre todos en grupos  del estilo  “No al Futbol” y “odio los abdominales marcados”.  Excluyo a aquellas mujeres que se publiciten en anuncios por palabras en los periódicos de información general.

Prensa y revistas. Para planificar papel, tengo que tirar de lo clásico, el EGM (Estudio General de Medios). El EGM es una encuesta trimestral donde se le pregunta a una muestra enorme de personas que es lo que ve, lee y oye, y cuáles son sus intereses y actividades personales. El número del  universo coincide con el censo. Del EGM puedo sacar los gustos de mi target objetivo: que leen, que beben, estado civil, si se afeitan con cuchilla ó eléctrica, si tienen consola de videojuegos… Las revistas no me dejan discriminar localmente, tengo que pagar la tirada nacional, pero eso me sirve para extender el radio de acción a la Rozas e incluso Segovia. Selecciono los soportes a utilizar, cuantifico el target objetivo (en mi pueblo, unas 1800 + la población flotante en peluquerías), cobertura y contactos (publicitarios) potenciales. Todo potencial, porque cuando se publique la campaña habrá  muy poca información de resultados, y solo se sabrán cuando mi amigo presuma en el bar de turno (aplicando el corrector fantasmal de macho hispano “como 1 y cuento 20”),  si alguna de sus víctimas se va de la lengua o realizan sus ritos de apareamiento en parques públicos.

Internet display (es decir, banners y publicidad convencional online). Aquí vamos mejorando. Porque ya no tengo que tirar de encuestas. Dispongo de “panels”, un grupo de cotillas que alguien ha certificado que son de fiar, y sólo tengo que extrapolar sus declaraciones y comportamientos  para saber cuáles son las webs más visitadas y los temas más buscados. Además, solo pagará por banner servido, discriminan las URLs de Venezuela y Uganda, y más importante, le darán un informe post-campaña donde le indicarán cuantas veces fue expuesto, certificarán  que cerca de un  0,3% de los navegantes hizio clic sobre su imagen, y que con suerte alguna hasta le enseñará su formulario. No importa que el universo internet solo incluya a la mitad de las españolas, es decir, que si mi pueblo es estándar solo quedan 900 víctimas potenciales. Menos cantidad pero más informada.

Redes Sociales. Aquí sí que está lo bueno de verdad. Porque en Facebook y Google+  se trabaja con datos reales, nada de estadísticas. Disponemos de una lista de chicas de mi pueblo que declararon “me gusta el sexo” a cambio de un descuento en el cine. ¡108.436 mujeres a su disposición! Además, el robot que analiza su reputación online no ha detectado en ningún post con su nombre las palabras “gordo”, “cerdo”, “salido” ni “Boston Medical Group” por lo que su imagen sigue sin mácula. Y por un pequeño sobreprecio, puede salir en el canto derecho una foto suya cada vez que una chica (porque todos los perfiles de chicas en FB son realmente de chicas) escriba “estoy tan desesperada que me tiraría a cualquiera”. Gracias a FB muy mal se tienen que dar las cosas para que potencialmente no tenga 12 relaciones antes de la fecha de caducidad (la de los condones, no la de mi amigo).